30 marzo 2015

Hasta siempre


Miro hacia atrás y me pregunto cómo ha podido salir de mí, de mis manos, todo esto.
La respuesta es solamente una y no tiene vuelta de hoja: con amor.
El amor que se pone un buscar otros caminos para mantener vivos los afectos, en apuntalar los edificios que hemos construido ladrillo a ladrillo.
Y a veces el amor no basta. Y llenar tortellini o dejar leudar focaccia, tampoco.

He recibido infinitamente más de lo que he dado.
He hecho terapia sin saberlo, y lo habéis aguantado todo.
He encontrado amigos de verdad, de los que me durarán para toda la vida.
Siempre me he sentido acompañada, incluso cuando, en apariencia, la soledad física acechaba.

Algunas experiencias son irrepetibles y hay que saber cuando se acaban y agradecer a la vida que hayan podido ser.
Al final de este tramo de carretera soy española en un 70% y en el 30 de italiano que me queda está la comida y está este recetario con más de mil recetas y todo lo que hemos compartido a lo largo de estos años. Aquí lo dejo, aquí os lo dejo.

Cabe una sola palabra: gracias. Seguimos juntos.

El abrazo más grande y cariñoso del mundo,
Monica

P.D.: para cualquier cosa, mi dirección de correo se encuentra en la columna lateral y allí estaré siempre.

24 mayo 2014

La crostata di amarene e cioccolata, con la frolla di semola

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera

La traduzione in italiano della ricetta, qui.

Crostata de amarenas y chocolate, con masa flora de sémola de trigo duro

Es el día de la décima. O de la primera. Dios dirá. Y justo hoy desde el cielo me llegan señales ineluctables de que es mejor que deje de guisar y me dedique a otra cosa. Ya no soy la misma mujer que antes, está claro.

Antecedentes (penales).

Esta noche me voy a ver el partidazo del siglo a Bolonia, a casa de uno de mis mejores amigos, un baluarte de comunistas medioextranjeros en la ciudad roja por excelencia. Guisa él, y recoge y todo, decidme si puede haber algo más erótico en la vida de una mujer.

Qué puedo llevar.

Pensé escaquearme del horneado con unos honrados pasteles de pastelería, hay una nueva que hace solo cosas sicilianas, unos cannoli divinos de la muerte. Pero no. Él me e pide una crostata "de las mías". Y yo lo quiero mucho pero es un tormento, todo hay que decirlo.

Quito el polvo del horno.
A las 8 estoy como un clavo en el supermercado, convencida de que me falta solo la mantequilla. Compro el paquete de 125 gramos, el de los solteros, lo nunca visto, yo que en otra vida compraba mantequilla por quilos. Necesito solo 90 gramos y ya me fastidian los 35 que van a sobrar. El concepto de despensa llena ahora me agobia mogollón.

Vuelvo a casa y me pongo manos a la obra, a ver si todavía puedo, que la última crostata la hice el año pasado.

Saco la harina: tiene bichos. Me cago en, lleva abierta tan solo desde diciembre de 2013.

Saco el azúcar blanquilla: un bloque de piedra por la humedad del invierno, a diario solo utilizo azúcar de caña o miel. Vuelvo a soltar unos pecados gordos.

Busco la harina integral. También está colonizada.

El único huevo que tengo (el que necesito, ni más ni menos, para qué, si me hacen pollos entre que voy y vengo del mundo) caducó ayer, passssa nada.

Tengo... tengo... tengo gambas, tengo chopitos, tengo croquetas, tengo jamón. No, no tengo nada de eso ni mucho menos, tengo el eco en el famoso frigorífico tamaño minibar y varios inquilinos en la despensa. Tengo un paquete sin abrir de sémola de trigo duro, en qué momento de obnubilación compraría yo eso. Caduca dentro de un mes, bingo. Vamos allá.

Si estas no son señales de que tengo que dejar de guisar y ponerme definitivamente a otra cosa, que venga dios y lo vea.

Por cierto, no se sabe si será la décima. En cualquier caso, como la séptima ninguna. Y yo estaba allí.

Besos, hasta la próxima, si dios quiere,
Monica

P.S.: ¿Nadie dice nada de la acogida fuera de serie que les dimos a los sevillanos en Turín?


Acabé mi máster para traducir literatura la semana pasada, orgullo, cansancio, experiencia maravillosa tanto en lo profesional como en lo humano. Aquí arriba, fotogramas de vida de los últimos tiempos: las compañeras traductoras, somos todas tan diferentes y tan obstinadamente iguales. Cada una pone su voz, juntas hacemos buena polifonía. Disciplina intento echarle a todo, menos a la cocina: por la mañana muy temprano, antes de ponerme a estudiar o a trabajar, salgo a andar bordeando el río. He aprendido a leer mientras camino, se lo vi hacer a un señor con el que me cruzo a menudo, gano tiempo. La pausa del café del mediodía, con chocolate y uno de los libros que me gustaría traducir al español; no dejo nunca de jugar a dos bandas y de usar ambos pies. Mi tía, la Toscana, la casa de los limoneros y los olivos, un puerto seguro. Dios que crece, vestido de Messi, esto le gustará a Sabine.

Y este post es para mi Toni, que hoy vuelve a España. Y si se ha mudado ella no puede faltar mucho para que lo haga yo también, nuestras mudanzas siempre son paralelas, aunque con diferentes destinos.

La receta.

Para la masa flora, molde de 22 cm de diámetro:

200 gramos de sémola de trigo duro (no sé cómo andará la cosas de las harinas por allí, antes solo la tenía Andrés de "El Amasadero")

110 gramos de azúcar moreno de caña

90 gramos de mantequilla desmigajada

una pizca de sal

1 huevo mediano

las semillas de una baya de vainilla

Amasar todo (el cómo ya no tiene secretos para nadie y, en todo caso, se le puede echar un vistazo al índice de los postres, aquí, en la columna lateral) y dejar reposar la masa en el frigorífico 1 hora. Forrar  con papel de horno el molde y estirar los 3/4 de las masa. Colocarla en el molde (el resto de masa sirve para hacer las tiras decorativas) y agujerearla con las puntas de un tenedor.

Para el relleno:

1 tarro de mermelada de amarenas o de cerezas del Jerte, o de lo que os parezca

ralladura de chocolate amargo

Espolvorear el fondo del molde con el chocolate, luego añadir la mermelada, nivelándola bien. Decorar con las tiras de masa y hornear a 180º, con calor arriba y abajo, hasta que la masa esté dorada.

14 abril 2014

Le colombine di pasta di mandorle

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera

Mi piacerebbe avere il tempo di scrivere la versione italiana, mi piacerebbe...

Las galletas de almendra de Semana Santa

Piso por el supermercado en estos días con sensación de alivio: por lo menos aquí todavía tienen huevos cuando hay que tenerlos. Que no es exactamente lo que ocurre en mi Parlamento ni en el vuestro.

En el súper hay huevos, y colombe, rellenas de cosas tan maravillosas y variadas que resultan imposibles; yo, sin embargo, como voy siempre en dirección prohibida (y a menudo sin salida), tengo ganas de torrijas. Así que la semana pasada piloté con éxito a un amigo que estaba en Madrid hacia Lhardy y, luego, hacia Mallorca. Y ya lo doy todo por celebrado, estas vacaciones que empiezan hoy.

Porque vacaciones necesito, sí. Me pasan cosas raras. El domingo pasado, volviendo de Perugia, vi salir hacia Cesena un autobús de "Autoescuela El Pilar", de Salamanca. Nada raro (o exageradamente raro) si no fuera porque llevaba matrícula búlgara. O sea, supongo, "El Pilar" de Salamanca le ha vendido el autobús de las prácticas a unos búlgaros que ahora viajan por el norte de Italia. Tenía las manos ocupadas dentro de una bolsa de galletas (por lo demás, el coche va solo) y no me dio tiempo a sacar una afoto. Pero os lo juro por el bollo maimóm, que lo vi.

Al día siguiente, en la rotonda de los hospitales, en Padua, se había encallado un autobús de Murcia, cargado de peregrinos de vuelta de San Antonio. Un caos en la hora punta y los murcianos atravesados, agarrándose de los cirios que habían comprado en la basílica. Bajo del coche y le pregunto al autobusero que qué coño hace. Me mira y me dice: "Tú eres de Salamanca".

En fin, que en ocasiones veo cosas que ni con el sexto sentido.
Sé que diréis que este blog hace mucho ya que está de vacaciones. No siempre el autor y la obra van por el mismo camino. Hoy, de alguna forma, ya es Resurrección.

Abrazos semanasanteros a todos, con todo el cariño de siempre. Gracias por escribirme, por los comentarios que me dejáis por el blog, por esta cercanía que nunca me falta y que sabéis que os tengo.

Un beso,
Monica


Cosas que pasan, de izquierda a derecha, empezando desde arriba: 1) el Instituto Cervantes me envía el certificado del  DELEC2 diecisiete años después de haber hecho el examen. Nadie puede imaginar lo que ha significado para mí ese día (tanto el del examen como el de la llegada del certificado).
2) El mar de Misano Adriatico, el que veo todos los fines de semana desde que empecé el máster en traducción literaria de la universidad de Urbino, 3) y el prado de margaritas delante del edificio de clases.
4)  En Perugia, la semana pasada, el el primer "Encuentro" italiano de las literaturas españolas.
5) Encuentro con Luis Sepúlveda, Paco Ignacio Taibo II, Santiago Gamboa, Bruno Arpaia, Fernando Iwasaki. 6) En Bolonia, en la feria del libro infantil, encuentro con María Teresa Andruetto e Ilide Carmignani, que es su traductora en Italia. 7) Las camelias del jardín de mis abuelos, que ahora es el mío. Lo hacen todo solas. Yo no las toco, nadie las ha tocado en los últimos cinco años por lo menos. Eso es amor.

La receta, para 12 galletas:

150 gramos de harina de almendras
150 gramos de azúcar glass
un huevo pequeño
aroma de azahar, unas gotas

En un cuenco, mezclar la harina del almendras, el azúcar, el huevo y la esencia hasta obtener una masa homogénea. Meterla en una manga pastelera y estrujarla dentro de unos moldes para galleta con forma de "colomba" (o, simplemente, darles a las galletas la forma que uno desee). Dejar secar al aire las galletas unas cuatro horas y luego hornearlas 10 minutos a 190º con calor arriba y abajo. Espolvorear con azúcar glas cuando se hayan enfriado.


27 febrero 2014

La focaccia al chinotto candito

Texto y fotos pertenecen al blog http://zuccheriera.blogspot.com


Comunicazioni di servizio: 1) zia la versione in italiano la metto presto, giuro. 2) Giulia C., se passi di qui...ci sentiamo su "Langue et Parole", che bello, ciao!

Bollo leudado con pasas y quinoto

Cosas que quitan el apetito.

Leo "Intemperie" de Jesús Carrasco, densa ópera prima. Duermo con el diccionario en la otra almohada, cuando me lo llevo a la cama, porque es un glosario completo de palabras rurales que ya me diréis los de Extremadura si las conocéis todas. La historia es terrible, terrible, hace daño físico, te desgarra las tripas. Además, no por ser pesetera, pago por ella 23 euros en la Libreria Spagnola de Roma, uno de mis lugares favoritos en la capital (está en la piazza Navona, por si vais, la dueña es estupenda en todos los sentidos, un abrazo Patrizia). Llego a la página 144 y...zas... me encuentro con esto: "(el niño) se HAYA tumbado con el pecho contra el suelo", para decir que se encuentra tumbado. Tardo una semana en volver a abrir el libro, mando un tweet a Seix Barral, que no me contesta. Lo terriblemente fácil que es estropearlo todo con las patas de atrás como el burro de la novela.

Tenemos nuevo presidente del Gobierno. No es que hiciera falta, es que somos como Ucraina y Venezuela pero sin muertos. La noticia gran del domingo, en todos los periódicos e informativos italianos, es que en la familia de Renzi comieron arroz blanco y pollo, como Andreíta de Belén en uno de sus mejores momentos. Qué pena todo.

Y la pena más grande es por Paco de Lucía, recordadísimo en Italia también. Estoy segura de que echaremos de menos su genio en igual medida que su valor humano.

El quinoto de la receta de hoy tiene un leve sabor amargo, como esta entrada.
Besos para todos, gracias por cada comentario, cada correo, cada sugerencia y tanto cariño.

Monica


Hicimos un viaje a Roma solo para mujeres, mi tía y yo. Sin prisas, sin planes, como las señoras, como turistas cuando nos dio la gana. Ella aprendió a sacar fotos con mi tableta, lo bien que me retrata las piernas, da gusto. Repetiremos cuando nadie se lo espere. Luego, de Roma crucé hacia el Adriático, pasando por debajo del Gran Sasso, región Abruzzo; más allá, las Marcas. Allí estoy haciendo un máster en traducción literaria hasta junio, en la universidad de Urbino; aprendo, me asombro, sufro, pero disfruto.

En Roma llevé a mi tía a husmear en las tiendas de Castroni, el paraíso de los gourmets, os las aconsejo si viajáis allí, tienen lo impensable y hay muchas por toda la capital. De sus estanterías viene el quinoto confitado, un fruto entre ácido y amargo, típico de la costa de Liguria, con el que se hace una bebida refrescante que lleva el mismo nombre, chinotto. La idea de meterlo en una masa de brioche se la he copiado a los panettoni navideños de Loison.

Las fotos con agua son, a la izquierda de los viñedos de mis colinas, los Colli Euganei, completamente inundados por las lluvias de este invierno indio, de monzón y temperaturas altísimas. La foto del centro muestra el río que pasa por detrás de mi casa; estamos en alerta un día sí y otro también.  El mundo se está acabando.

Ingredientes para el bollo:
350 gr de harina blanca fuerte
150 gr de mantequilla en pomada
60 gramos de azúcar
10 gramos de levadura fresca de repostería tipo Levital
1 huevo y 2 yemas
una pizca de sal

para el relleno:
pasas remojadas en agua caliente
quinoto confitado cortado en daditos

Desleír la levadura en poca agua y una pizca de azúcar. Añadir la harina suficiente para amasar un panecillo prieto. Ponerlo en un cuenco, hacerle una incisión en el medio y dejarlo leudar hasta que doble de volumen, en un sitio cálido.
Amasarlo entonces con el resto de harina,el azúcar, la sal, la mantequilla en daditos y, por último, las yemas y el huevo. Lo he trabajado un rato a mano y luego lo he puesto en la amasadora junto son las pasas y el quinotto, hasta que ha dejado de estar pegajoso. No tenía sitio en el frigorífico (tengo un frigo que es como los de los minibar de hotel) para un cuenco, así que lo he guardado en una bolsa de celofán untada con aceite en el frigorífico toda la noche.
Al día siguiente lo he despegado de la bolsa y lo he vuelto a trabajar un poco ante de colocarlo en un molde redondo de papel.
Lo he dejado leudar encima de la estufa y al lado de las sábanas tendidas. Un método científico para obtener la humedad perfecta para el leudado.
Lo he cocido a 200º hasta que se ha dorado bien, después de haberlo pintado con un poco de huevo batido y haberlo decorado con azúcar en granos.
Está buenísimo, para mi gusto, pero sé que no a todo el mundo le puede gustar, por el toque amargo.
No sé deciros con qué podéis sustituir el quinotto; sé sin embargo que he visto la planta en Cataluña.

18 enero 2014

La torta di vaniglia parossistica

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera


La traduzione in italiano della ricetta è qui.

LA TARTA DE VAINILLA EXAGERADÍSIMA

Entiendo el revuelo por lo de la Infanta, estoy oyendo a Boris decir eso es muy fffffueeerte.
Entiendo lo que se ha armado con Hollande, ese concepto tan peculiar de doble turno a la francesa.
Entiendo lo que dicen de Michelle, que si a Obama le gustan más los selfies con las rubias que a un tonto una tiza, ella sigue siendo la más maciza.

Pero lo que no sabéis es lo gordo, gordísimo que pasa aquí. Y no me refiero al hecho de que quieran hacernos votar con el sistema electoral español, la próxima vez (así parecerá que estoy votando otra vez en La Armuña).
Es que dicen que Al Bano y Romina vuelven a estar juntos.

Ya no es verdad que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
Y a una se le va al carajo todo tipo de certidumbre. Tanto que hasta se pone a hacer una tarta después de nueve meses, ni que este blog fuera un parto.

Feliz enero,
Monica

P.S.1: En Italia estamos con Gamonal. Aquí el artículo de Angelo Miotto en Q Code Mag , "Gamonal, la calle es nuestra". Y la traducción al español es mía.

P.S.2: Lectores de Canarias, de cualquiera de las islas, necesito informaciones sobre la escolarización allí para un niño de 11 años y sobre el sistema sanitario. Si tenéis ganas de escribirme algo, una amiga mía os lo agradecerá mucho. Mi dirección monica(punto)cannella(arroba)gmail.com . Gracias por adelantado.


Esta vez os enseño mi casa, Monselice, una ciudad cuyos orígenes se sitúan en los siglos V-VI, roca defensiva de Padua al sur, territorio de la Serenisima más tarde, objeto del deseo de los Señores de Verona, siglos y siglos de historia.

Ingredientes para una tarta de vainilla solo para realmente adictos

250 gramos de azúcar
185 gramos de mantequilla en pomada
3 huevos
185 gramos de harina
1 sobre de levadura para repostería (la mía era del Mercadona y llevaba caducada desde el 2012. Estoy segura de que la tarta ha quedado buenísima por eso. No me preguntéis cómo pude traerme la levadura. Misterios de la mente femenina)
185 ml de leche
las semillas de dos bayas de vainilla
una pizca de sal
azúcar glass para decorar

Poner a hervir la leche con las semillas de vainilla y dejar que se enfríe.

Batir en crema el azúcar con la mantequilla, añadir los huevos, luego, alternándolos, la leche y la harina mezclada con la levadura y la sal.
Verter todo en un molde engrasado y hornear a 180º unos 25 minutos.
Dejar enfríar y servir con azúcar glass y mermelada al gusto. Sugiero mermelada de higos y almendras, como esta de los hermanos Chiaverini de Florencia.


24 diciembre 2013

I ravioli con le nocciole di Bevagna e gli gnocchi al Sagrantino

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera


- Profe, he ido a Barcelona y tengo una falta.
- Bueno... eso... ¿es catalán?
- Sí, es Desigual.

Sé que ya no esperabais que llegaría este momento.
Sé que a lo mejor os habíais creído que no faltaría el panettone.
Para conseguir explicarles a los alumnos la diferencia entre "falta" y "falda" me falta tanto como para volver a hacer un panettone en casa, es decir, bastante. Aún así, no perdáis las esperanzas.

Se cumplen 25 años de "Amanece que no es poco". El Cuaderno , culta voz de Asturias a cargo de Ediciones Trea, lo ha celebrado en el número que encontráis en el enlace. Es una de las películas más poéticas que he visto en España y en mi vida, cuando yo misma era como Gabino Diego, alcalde nos toca las pelotas (cuando la vi gobernaba el PSOE en Salamanca, no digo más, hace la tira de años).

Mi vida en este último año es un poco como esa película, un absurdo poético, espárragos humanos plantados en el suelo sin poder rozarse, una carrera a toda carrera en sidecar, yo he pensado que también me interesaría ser intelectual, como no tengo nada que perder.

Os deseo, de corazón, días buenos y lo mejor para los tiempos que vienen.
Y besos.
Hasta el año que viene,
Monica


De una vuelta por Umbria he traído estas dos ideas para primeros platos navideños.
En Bevagna, a muy pocos kilómetros de Asís, las avellanas son muy típicas. De eso y de queso pecorino están rellenos los raviolis.
Luego hay un vino tinto que se llama Sagrantino, delicado y con aroma a frutas: con ese vino están amasados los ñoquis.
En las fotos, en Asís un escaparate de merengues italianos que tienen más copas de Campeones que los merengues de Madrid.
La iglesia de San Francisco (me mandó ir ¡el Papa! ;-)), el palacio de los señores de Gubbio, la fachada del duomo de Orvieto y la del duomo de Spoleto, las murallas de Perugia. En la plaza de la iglesia de Santa Clara, en Asís, la vez anterior se quedó tieso un fraile, qué lugar más espectacular para palmar en plena comunión con Dios. Umbria tiene el sabor de casa, siempre.

RAVIOLIS RELLENOS DE AVELLANA Y QUESO DE OVEJA

Para la masa de los raviolis encontráis la receta aquí. Podéis dejarlos un poco más gruesos, no estirar la masa tan fina.
El relleno se hace machando en el mortero avellanas y queso de oveja curado en igual cantidad y añadiendo un poco de pimienta negra molida. Es un relleno más bien seco, que no empapará la masa.
Para condimentar los raviolis, un par de nueces de mantequilla y hojas de salvia. Más queso de oveja rallado.

ÑOQUIS AL VINO TINTO

La receta de base de los ñoquis está aquí . En lugar de 250 gramos de harina hay que utilizar unos 350 y amasar, además del huevo, una copita de vino tinto. No hay que hacer rayas en los ñoquis: cuando hayáis hecho los cilindros de pasta es suficiente con cortarlos. Son menos de 2 cm de largo, como veis en la foto. Para condimentar, también mantequilla y queso de oveja rallado.

20 octubre 2013

La gubana

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera


Sentaos, que os tengo que confesar una cosa.
Y tened a mano el desfibrilador.

He predicado el falso.

Os he estado contando durante la tira de años que comida italiana no es macarrones con chorizo cocidos el día anterior, con la pasta bien lavadita bajo el chorro de agua corriente. Me he esmerado en poner más de mil recetas para demostrarlo (debo de haber llegado a las 1080; Simone Ortega estará pegando brincos en la tumba, con todo lo que representó para mí esa  mujer).

Pues bien: llevo meses en los que hago pasta una vez por semana en cantidad industrial y la como recalentada el resto de los días. Seca como el ojo de Inés - y no me refiero a Inés Ortega - , más gomosa que los neumáticos de Alonso (Fernando, sí; por cierto, no tuvo precio oírle decir scemi a los mecánicos de Ferrari) y empalagosa como las notas de Pablo Alborán (hace tiempo que no sé nada de este muchacho, el sumo poeta del vivo sin vivir en mí).

Es algo inmundo, ya lo sé. De aquí al Telepizza no me falta nada.

Tengo toda la intención de hacer público el degrado y de no pedir disculpas. Porque querrá decir que, por una vez, estoy ocupada en algo más sabroso que un perol de salsa.

Gracias por cada gramo de paciencia. Besos a raudales,
Monica

PS: Ver el libro de Ibán Yarza en el boletín de la Aliana Gastronómica, una emoción enorrrrrme. Recibirlo dedicado cinco días después, llorar a moco tendido por haber creído en algunos momentos que me había ido de España sin tener amigos. No hace falta que os cuente todo lo que vale ese hombre, incluso como panadero ;-PPP.

PS2: Sabéis que esto nunca ha sido solo recetas ...indicadme, por favor, si queréis, si sois tan amables, tanto en España como en América Latina, títulos de libros de autores nuevos que os gusten. En los comentarios o por correo. Gracias, un beso más.



Ha sido un verano de estudiar mucho mucho, el mes de agosto anclada en casa, los mosquitos comiéndome viva (de esto saben algo también Pepa y Massimo; de esa tarde en Bolonia no he decidido todavía si fueron peores las picaduras o la zuppa inglese. Os quiero, pareja). El quince de agosto hice el ferragosto en Aquileia , sobrecogedora colonia romana, el mosaico más grande que conozco, la huella de Constantino, los patriarcas. Poco más allá, Cividale del Friuli. A mi alrededor, algunos de los lugares más emblemáticos de la guerra de 1915-18.
Cada viaje, una crostata.
El corazón que me quiere, Mattia que crece.
Vamos abriendo camino.

Toda la comida del Friuli Venezia Giulia es muy muy notable, pero de esto os pueden contar mucho mejor Anna y mi vecia del alma, Toni. En su día ya lo contó con pelos y señales el maestro Guitián.

La gubana es un rollo de masa brioche rellena de frutos secos; esponjosa y jugosa; tiene en su interior la energía de las comidas más cálidas, de las que te miman.

Mi versión es sencilla, receta infalible, el libro de siempre, "La cucina italiana. Ricette d'oro", Edizioni Piemme.

Para la masa brioche:

700 gramos de harina común
300 gramos de mantequilla en pomada
60 gramos de azúcar
20 gramos de levadura fresca de panadería, tipo Levital
3 huevos más 3 yemas
una cucharadita de sal

En 4 cucharadas de agua templada desleír la levadura y, con un poco de harina, formar un panecillo que hay que dejar leudar hasta que doble de volumen.

En un cuenco, amasar el panecillo, los huevos, el resto de harina, la sal,el azúcar y la mantequilla en pomada, hasta obtener una masa lisa y no pegajosa. Dejarla leudar tapada en un sitio cálido hasta que doble de volumen.

Mientras tanto, remojar en ron 250 gramos de frutas escarchadas al gusto, cortadas en daditos y untar de mantequilla un molde redondo, desmontable.

Cuando la masa haya leudado, estirarla en un rectángulo de un dedo de grosor y esparcir sobre ella las frutas escarchadas, ya escurridas. Enrollar la masa sobre sí misma formando un cilindro y luego formar un caracol y colocarlo en el molde. Dejar leudar una hora más.

Cocer a 190º, calor arriba y abajo, unos 50 minutos. Dejarlo enfriar y preparar, mientras tanto, un jarabe para empaparlo, caramelizando a fuego moderado:

40 gramos de mantequilla
70 gramos de azúcar
70 gramos de bitter
200 gramos de agua

Después de haber empapado la gubana con el jarabe, espolvorearla con azúcar.

01 octubre 2013

Entrevista con el Papa

En Italia sucede lo que no pasa en ninguna otra parte del mundo.
Sucede incluso que un Papa se deje entrevistar por un príncipe del periodismo y que a la autora de este blog le toque en suerte traducir la entrevista al español para la página web de "La Repubblica". Y que la lea el mundo entero. Me encuentro bien dentro de las palabras de los demás, mucho más que en las mías propias, pero las del Papa Francisco y de Don Eugenio Scalfari se me han quedado enormes y todavía me tiemblan las piernas.
En este enlace podéis leerlas.
Perdonad el silencio, gracias por estar tan cerca de mí de mil maneras, esto significa tener Amigos.
Una receta muy pronto, lo prometo, ya la tengo lista.

http://www.repubblica.it/cultura/2013/10/01/news/el_papa_as_voy_a_cambiar_la_iglesia-67692129/?ref=HRER3-1

Un abrazo enorme,
Monica

30 julio 2013

Hay días en los que...

...nos volvemos especialmente hermanos, vosotros y nosotros.
Son los días negrísimos en los que enterramos a las víctimas de dos países que se han estrellado, en tren, en autobús y en el ejercicio de la democracia. Momentos en los que nos sentimos especialmente lejos del Estado y de sus símbolos y sí muy cerca los unos de los otros, personas, seres humanos, lágrimas, abrazos, en una palabra solidaridad. Es lo único que nos hará levantar cabeza, aquí y allí.

Un abrazo, España, Santiago. Desde Italia, Irpinia.

Monica

21 julio 2013

Ciao
(e le crêpes savoyardes)

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera


Il testo in italiano alla fine di questo post.

He pedaleado mucho, en los últimos doce meses.

He salido de aquí, he corrido la Vuelta, el Giro y me faltaba el Tour. No he ganado el maillot amarillo pero tampoco me he retirado; no me ha doblegado en el Mont Ventoux ni me he quedado sin aliento en el Alpe-d'Huez. Seguramente he cedido terreno, pero he llegado: cómplice un buen libro de ruta y los que me han dado ánimo por el camino, muchos, entusiasmados, cálidos. Vosotros entre ellos.

El entrenarme para la carrera me ha cambiado un poco por dentro y por fuera. Por dentro ahora sé que puedo con cualquier cosa si no me falla el amor (el tuyo, el mío, el de los míos, el vuestro). Por fuera soy como Froome, un ramo de flores, músculos, venas y nervios. Han sido los kilómetros en las piernas y la leña de la estufa que he trajinado por casa todo el invierno, quince kilos de golpe, cada vez. No me preocupa en absoluto el tema femenino del verano (ni ningún tema femenino en general): la tonicidad de los antebrazos después de los 35, según el modelo Michelle Obama.

Ha llegado el momento de hacer pausa, sin colgar el ya clásico cartel de "cerrado por vacaciones", porque en realidad vacaciones no serán, más bien deseo de silencio. Y es que, después de haber hablado y escrito mucho ahora prefiero de sobra escuchar a los demás, centrarme bien en ello.

Al mediodía tenía el coche al sol y cuando fui a recogerlo marcaba 43º: me he quedado atónita mirando los números, esa temperatura la siento enterita en el celebro con el 79% de humedad. Eso significa electroencefalograma plano, se suda tan solo respirando. Estoy segura de que en el desierto de Almería hace más fresco.
Aún así hay receta, de la Saboya francesa, que fue Italia.
Y fotos de un viaje que ha sido un privilegio.
Nos volvemos a leer en unas semanas, con la fresca (o eso espero).

Ciao, a presto,
Monica


No hubiera podido fotografiar la lámpara de rayos infrarrojos que mantiene calientes las crêpes si no hubiera viajado hasta Annecy, llegada de la penúltima etapa del Tour de France.
Después de muchos meses en Italia, reconozco sin que me duela nada que Francia sigue teniendo un grado superior de civilización (direcciones especiales al vuelo, en Annecy: Le Comptoir de Mathilde, las mieles y el caramelo para untar a la sal de Guérande; el desayuno en Boulangerie Rouge )

En la parte baja del collage de fotos, el parque del castillo hasta el que pedaleo cada mañana para leer el periódico (os enseñaré Lispida otro día); el casco, los guantes y la lectura de la crónica del Tour hecha por un amigo, un ritual largo tres semanas que ha acabado haciéndose realidad en Annecy. Entrar en la leyenda de los 100 años con identificación oficial y libro de ruta no pasa todos los días, qué feliz, agradecida, emocionada y honrada me siento por todo esto.

He asomado la nariz al lago du Borguet desde la abadía de Hautecombe pensando en que hubo tiempos en los que el puzzle de Italia tenía al frente una casa real antiquísima y prestigiosa que nos ha dejado esta magnífica necrópolis.

Una vuelta por Lyon después de mucho tiempo, las compras en La Part Dieu, que cuando estudié allí me parecía obra directa de Dios, ahora del diablo (y de la Visa). Y en una esquina de la Place de la République, una churrería; con la fila de gente a las tres de la tarde, 36º a la sombra. No he apurado de qué nacionalidad, la gente en la cola. Prefiero no saber (y he pensado en Ajonjoli ;-) ).

La receta de las crêpes savoyardes que he robado en el hotel, para la masa: 
125 gramos de harina
2 huevos
una pizca de sal
y nuez de mantequilla fundida
250 ml de leche

Mezclar y dejar reposar al menos 1 hora, antes de cocer las crêpes en la sartén.

Para el relleno: daditos de patatas salteadas en la sartén con una pizca de cebolla, sal, pimienta, unos lardons o bacon ahumado en daditos y queso reblochon fundido con una pizca de nata.
Ligerito para el verano, lo sé. Es la crêpe tartiflette.

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Quando una si taglia un dito e scopre di non avere nemmeno un cerotto, mentre si avvolge la macelleria nella carta igienica come può, seminando tracce di rosso rivoluzionario da qui alla farmacia, è segno di quanto si senta ancora molto provvisoria da queste parti. Come dire, questo è il tetto sotto cui sto ma non è il posto dove ho previsto di farmi del male.

Ho pedalato tanto, da luglio dell'anno scorso. E' anche tutto scritto, senza segreti e, spesso, senza pudore (a cosa serve il pudore quando c'è di mezzo la verità).
Ho corso la Vuelta, pensavo di non farcela sulla Sierra de Guadarrama, ho ceduto terreno, molto, ma sono arrivata in finale. Poi ho corso il Giro (quando pensavo avessero già chiuso le iscrizioni da un pezzo), con una maglia più rosa che mai, la mia, vivement, solo mia. E ho finito la corsa al Tour, grazie anche ad un buon livre de route (e grazie a chi mi ha regalato il libro vero, grazie  di cuore, non era una tappa facile).

Mentre pedalavo son cambiata, fuori e dentro. Fuori sono una specie di Froome, i muscoli nelle gambe, per scalciare e imprigionare, dipende. Un bouquet di muscoli, vene e nervi, grazie ai sacchi di pellet da quindici chili trascinati per casa tutto l'inverno, la tonicità degli avambracci dopo i 35 (un bel po' dopo) alla Michelle Obama è l'ultimo dei miei pensieri. E' già qualcosa.
Dentro, ora so di poter fare qualsiasi cosa se finalmente sento di nuovo amore (il mio per te, il mio dei miei, magari il tuo per me, sempre il mio per gli altri, incondizionatamente).
E ho capito che dopo aver parlato tanto e scritto troppo, adesso quel che mi piace è ascoltare.

La gendarmerie mi si è presa l'auto sul confine, lo sapevo che prima o poi sarebbe successo; targa, padrone, passaporto e domicilio dicono quattro cose diverse, non c'è pastella che le leghi insieme. Così, mentre spulciavano tra i sedili, i sempre troppi bagagli, i barattoli di caramello al sale di Guérande ed il miele dell'abbazia di Hautecombe, ho mangiato una crêpe tartiflette seduta per terra, sul bordo dell'Alpe-d'Huez, su dei pantaloni che erano bianchi. Forse non so più cosa sia la paura.

La ricetta della crêpe, intanto. Il ritorno, senza fretta.
Buonissima estate.

La pastella: 125 grammi di farina, due uova, un pizzico di sale, una grossa noche di burro fuso, 250 ml di latte intero. Riposo di un'ora prima di cuocere le crêpes.
Il ripieno tipo tartiflette, con le patate a cubetti spadellate con sale, pepe, pochissima cipolla, lardons o pancetta affumicata, reblochon sciolto in un cucchiaio di panna. Teniamoci leggerini.

PS: Ad Annecy mi sono innamorata della lampada a raggi infrarossi che covava le crêpes appena fatte, mantenendole calde come pulcini nel nido.

17 julio 2013

Il pane di Altamura

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera


Non ha mica molto senso fare la traduzione di un pane molto approssimativo, opera di una che il pane non lo sa più fare, che va a tentoni come l'ultima principiante, che è buona solo per stranieri (meritano un premio, 'sti lettori). E per il pane, grazie alla Puglia, grazie a Palmiro che mi ha citata qui (onore, friselle e pittule!). E, già che ci sono, solo un po' più in là, grazie alla Calabria, da dove qualcuno mi legge con una costanza che senz'altro non merito.

El pan de sémola de trigo duro de Altamura, en la región de Apulia

No volveré a decir estás como un trullo.
No después de haber estado de verdad dentro de un trullo bajo el sol de Apulia, en Alberobello.
Que después de haberlos estudiado en los libros de la escuela primaria, ahora sé que los trullos existen de verdad, frescos, simples, acogedores, misteriosos en su oscuro simbolismo casi lorquiano. Y algo turísticos, como entrar en Carcassonne después de que te la has imaginado diferente desde la autopista, habiéndote creído que dentro tenía el primer caballero. Los trullos más bellos en realidad los he visto fuera de Alberobello, esparcidos por la campiña, muchas casas con su trullo al lado.

Soy ignorantísima del sur de Italia (como de la inmensa mayoría de las cosas, por otra parte, lo digo sin ninguna falsa modestia y no me dará tiempo a recuperar).
Poco antes de que empezara la primavera tuve la oportunidad de recorrer Apulia entera y algo más (una excursión a Matera, en la Basilicata, os acordáis de dónde rodó Mel Gibson esa peli en latín y arameo en la que el pobre cristo acababa con la espalda hecha una pizza margherita...no quiero ser irreverente, es que no me acuerdo del título).

Y como muchas cosas las miro a través del prisma de España, he querido ver los arcos de la mezquita de Córdoba en grisáceo, en la parte baja de la catedral de Trani; me he quedado olfateando la cúpula de San Michele Arcangelo, he descubierto la pureza fuerte del románico pugliese en la catedral de Bari y de Altamura y de Bitonto.

Y en Altamura he probado el pan, el auténtico, el que ya no soy capaz de hacer. Porque un día, de repente, hace ya más de un año, me di cuenta de que la masa ya no me quería. Empecé a maltratarla sin querer y luego dejé de hacer pan, porque me parecía injusto.
Así que el de hoy es probable que se quede como una pieza única, el último testigo de un saber que ya no domino, que se ha esfumado. Como muchos otros.

Id al sur de Italia, os gustará como el vuestro mismo.
Besos (las fotos del viaje y de la viajera para...fetichistas).
Monica

La verdadera casa del pan. Desde entonces he visitado a otra, en Altopascio, Toscana. Ya os contaré.


La receta me parece la mejor que he encontrado, la de Rose Levy Berenbaum, del libro "The bread bible".

Para el poolish:
200 gramos de harina de sémola de trigo duro (de San Andrés, www.elamasadero.com )
0,8 gramos de levadura seca de panadería (o sea,una pizca)
350 gramos de agua a temperatura ambiente

mezclar, dejar reposar tapada con celofán mientras se prepara el resto de la masa.


Para la masa final:

320 gramos de sémola de trigo duro
3 gramos de levadura seca de panadería
12 gramos de sal
un poco de harina común para espolvorear la mesa durante el amasado

Amasar todo (he utilizado la amasadora y he completado el amasado a mano), añadiendo también el poolish preparado antes. Después de haber trabajado la masa 5 minutos en la amasadora y otros 5 a mano, quedará todavía algo pegajosa. Taparla con un bol y dejarla reposar 20 minutos.

Trabajar la masa a mano otros 5 minutos, añadiendo algo de harina común si è muy pegajosa. Al final resultará todavía algo pegajosa: está bien así.
Guardar la masa en un contenedor hermético y dejar que doble de volumen (unas dos horas).

Dividir la masa en dos partes, una con las 3/4 partes de ella, la otra con el resto. Trabajar ambas piezas añadiendo aire, con pliegues de tres. Formar dos panes redondos y poner uno encima de otro (un pan de base con una especie de sombrero encima).

He puesto a leudar la masa bajo la campana para el pan de Émile Henry hasta que ha doblado de volumen y dentro de la misma campana (es ésta ) y luego la he cocido en el horno sin precalentar, a 250º, unos 45 minutos.

La costra es relativamente blanda, el interior tiene miga prieta...siento no haber sacado fotos, el pan desapareció de la mesa en un santiamén.