21 julio 2013

Ciao
(e le crêpes savoyardes)

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera


Il testo in italiano alla fine di questo post.

He pedaleado mucho, en los últimos doce meses.

He salido de aquí, he corrido la Vuelta, el Giro y me faltaba el Tour. No he ganado el maillot amarillo pero tampoco me he retirado; no me ha doblegado en el Mont Ventoux ni me he quedado sin aliento en el Alpe-d'Huez. Seguramente he cedido terreno, pero he llegado: cómplice un buen libro de ruta y los que me han dado ánimo por el camino, muchos, entusiasmados, cálidos. Vosotros entre ellos.

El entrenarme para la carrera me ha cambiado un poco por dentro y por fuera. Por dentro ahora sé que puedo con cualquier cosa si no me falla el amor (el tuyo, el mío, el de los míos, el vuestro). Por fuera soy como Froome, un ramo de flores, músculos, venas y nervios. Han sido los kilómetros en las piernas y la leña de la estufa que he trajinado por casa todo el invierno, quince kilos de golpe, cada vez. No me preocupa en absoluto el tema femenino del verano (ni ningún tema femenino en general): la tonicidad de los antebrazos después de los 35, según el modelo Michelle Obama.

Ha llegado el momento de hacer pausa, sin colgar el ya clásico cartel de "cerrado por vacaciones", porque en realidad vacaciones no serán, más bien deseo de silencio. Y es que, después de haber hablado y escrito mucho ahora prefiero de sobra escuchar a los demás, centrarme bien en ello.

Al mediodía tenía el coche al sol y cuando fui a recogerlo marcaba 43º: me he quedado atónita mirando los números, esa temperatura la siento enterita en el celebro con el 79% de humedad. Eso significa electroencefalograma plano, se suda tan solo respirando. Estoy segura de que en el desierto de Almería hace más fresco.
Aún así hay receta, de la Saboya francesa, que fue Italia.
Y fotos de un viaje que ha sido un privilegio.
Nos volvemos a leer en unas semanas, con la fresca (o eso espero).

Ciao, a presto,
Monica


No hubiera podido fotografiar la lámpara de rayos infrarrojos que mantiene calientes las crêpes si no hubiera viajado hasta Annecy, llegada de la penúltima etapa del Tour de France.
Después de muchos meses en Italia, reconozco sin que me duela nada que Francia sigue teniendo un grado superior de civilización (direcciones especiales al vuelo, en Annecy: Le Comptoir de Mathilde, las mieles y el caramelo para untar a la sal de Guérande; el desayuno en Boulangerie Rouge )

En la parte baja del collage de fotos, el parque del castillo hasta el que pedaleo cada mañana para leer el periódico (os enseñaré Lispida otro día); el casco, los guantes y la lectura de la crónica del Tour hecha por un amigo, un ritual largo tres semanas que ha acabado haciéndose realidad en Annecy. Entrar en la leyenda de los 100 años con identificación oficial y libro de ruta no pasa todos los días, qué feliz, agradecida, emocionada y honrada me siento por todo esto.

He asomado la nariz al lago du Borguet desde la abadía de Hautecombe pensando en que hubo tiempos en los que el puzzle de Italia tenía al frente una casa real antiquísima y prestigiosa que nos ha dejado esta magnífica necrópolis.

Una vuelta por Lyon después de mucho tiempo, las compras en La Part Dieu, que cuando estudié allí me parecía obra directa de Dios, ahora del diablo (y de la Visa). Y en una esquina de la Place de la République, una churrería; con la fila de gente a las tres de la tarde, 36º a la sombra. No he apurado de qué nacionalidad, la gente en la cola. Prefiero no saber (y he pensado en Ajonjoli ;-) ).

La receta de las crêpes savoyardes que he robado en el hotel, para la masa: 
125 gramos de harina
2 huevos
una pizca de sal
y nuez de mantequilla fundida
250 ml de leche

Mezclar y dejar reposar al menos 1 hora, antes de cocer las crêpes en la sartén.

Para el relleno: daditos de patatas salteadas en la sartén con una pizca de cebolla, sal, pimienta, unos lardons o bacon ahumado en daditos y queso reblochon fundido con una pizca de nata.
Ligerito para el verano, lo sé. Es la crêpe tartiflette.

**********

Quando una si taglia un dito e scopre di non avere nemmeno un cerotto, mentre si avvolge la macelleria nella carta igienica come può, seminando tracce di rosso rivoluzionario da qui alla farmacia, è segno di quanto si senta ancora molto provvisoria da queste parti. Come dire, questo è il tetto sotto cui sto ma non è il posto dove ho previsto di farmi del male.

Ho pedalato tanto, da luglio dell'anno scorso. E' anche tutto scritto, senza segreti e, spesso, senza pudore (a cosa serve il pudore quando c'è di mezzo la verità).
Ho corso la Vuelta, pensavo di non farcela sulla Sierra de Guadarrama, ho ceduto terreno, molto, ma sono arrivata in finale. Poi ho corso il Giro (quando pensavo avessero già chiuso le iscrizioni da un pezzo), con una maglia più rosa che mai, la mia, vivement, solo mia. E ho finito la corsa al Tour, grazie anche ad un buon livre de route (e grazie a chi mi ha regalato il libro vero, grazie  di cuore, non era una tappa facile).

Mentre pedalavo son cambiata, fuori e dentro. Fuori sono una specie di Froome, i muscoli nelle gambe, per scalciare e imprigionare, dipende. Un bouquet di muscoli, vene e nervi, grazie ai sacchi di pellet da quindici chili trascinati per casa tutto l'inverno, la tonicità degli avambracci dopo i 35 (un bel po' dopo) alla Michelle Obama è l'ultimo dei miei pensieri. E' già qualcosa.
Dentro, ora so di poter fare qualsiasi cosa se finalmente sento di nuovo amore (il mio per te, il mio dei miei, magari il tuo per me, sempre il mio per gli altri, incondizionatamente).
E ho capito che dopo aver parlato tanto e scritto troppo, adesso quel che mi piace è ascoltare.

La gendarmerie mi si è presa l'auto sul confine, lo sapevo che prima o poi sarebbe successo; targa, padrone, passaporto e domicilio dicono quattro cose diverse, non c'è pastella che le leghi insieme. Così, mentre spulciavano tra i sedili, i sempre troppi bagagli, i barattoli di caramello al sale di Guérande ed il miele dell'abbazia di Hautecombe, ho mangiato una crêpe tartiflette seduta per terra, sul bordo dell'Alpe-d'Huez, su dei pantaloni che erano bianchi. Forse non so più cosa sia la paura.

La ricetta della crêpe, intanto. Il ritorno, senza fretta.
Buonissima estate.

La pastella: 125 grammi di farina, due uova, un pizzico di sale, una grossa noche di burro fuso, 250 ml di latte intero. Riposo di un'ora prima di cuocere le crêpes.
Il ripieno tipo tartiflette, con le patate a cubetti spadellate con sale, pepe, pochissima cipolla, lardons o pancetta affumicata, reblochon sciolto in un cucchiaio di panna. Teniamoci leggerini.

PS: Ad Annecy mi sono innamorata della lampada a raggi infrarossi che covava le crêpes appena fatte, mantenendole calde come pulcini nel nido.

9 comentarios:

Pepa dijo...

Querida Monica, lo único que importa es que estés bien, y el descanso es a veces más importante que el alimento.
En unos días estaremos por Italia, estaremos en contacto vía Twitter. Un beso y gracias por la receta, tan ligerita ;-)

dolors dijo...

hola monica,hace años que te sigo,me das envidia ,de la sana-si la hay-,anency una maravila ahi ire este año a pasar una semana...sigue igual de creativa.un abrazo.dolores

Monica Bedana dijo...

Pepa,
hasta pronto ;-)

Dolors,
gracias y que disfrutes de Annecy como he podido hacer yo. Un abrazo

Ilaria dijo...

Ciao Monica ti seguo da un po' ma solo ora ti scrivo .... Il tuo blog mi piace molto e mi sento vicina ate anche perché io sono un'italiana in Spagna in particolare a Bilbao, nei paesi baschi ! Grazie per il tuo spagnolo perfetto che mi aiuta molto ;-)
Un bacione Ilaria

Monica Bedana dijo...

Ciao Ilaria,
che piacere...ti auguro di essere felice in Spagna come lo sono stata io. Amo moltissimo Bilbao, è forse la mia città preferita al nord. Un abbraccio forte, a presto.

Manuel dijo...

La receta me la puedo permitir, sigo manteniendo el tipazo de hace unos años. ;-)

¡¡¡Feliz Verano Monica!!! Te mando un fuerte abrazo ahora que aún corre algo de fresco, luego acabao "resudao".

Ajonjoli dijo...

te puedo asegurar que jamás comí churros en Lyon, jajaja ¡qué ocurrencia! recuerdo el calor húmedo del verano lionés, a esa pobre gente le va a dar algo....
Descansa, como siempre te estaremos esperando. Yo mañana me voy de vacaciones, dos semanas sin ordenador y, probablemente, con el móvil apagado :)
¡un beso!

Liliana Fuchs dijo...

Ayyyy el Tour!! Qué envidia :) Me encanta el ciclismo y me encanta Francia, así que para qué seguir diciendo lo mucho que disfruto leyéndote y viendo tus fotos ;). Muchas gracias por compartirlo!
Descansa mucho, sobre todo con estos calorazos. En Madrid por suerte tenemos unos días fresquitos, miedo me da ir a Murcia el martes.

Un abrazo

Gengi dijo...

Cada tanto vuelvo a navegar tu blog, sigues siendo un referente, silente si pero referente al fin. Gracias por todo el tiempo que invertiste en él.