24 mayo 2014

La crostata di amarene e cioccolata, con la frolla di semola

Texto y fotos pertenecen al blog La Zuccheriera

La traduzione in italiano della ricetta, qui.

Crostata de amarenas y chocolate, con masa flora de sémola de trigo duro

Es el día de la décima. O de la primera. Dios dirá. Y justo hoy desde el cielo me llegan señales ineluctables de que es mejor que deje de guisar y me dedique a otra cosa. Ya no soy la misma mujer que antes, está claro.

Antecedentes (penales).

Esta noche me voy a ver el partidazo del siglo a Bolonia, a casa de uno de mis mejores amigos, un baluarte de comunistas medioextranjeros en la ciudad roja por excelencia. Guisa él, y recoge y todo, decidme si puede haber algo más erótico en la vida de una mujer.

Qué puedo llevar.

Pensé escaquearme del horneado con unos honrados pasteles de pastelería, hay una nueva que hace solo cosas sicilianas, unos cannoli divinos de la muerte. Pero no. Él me e pide una crostata "de las mías". Y yo lo quiero mucho pero es un tormento, todo hay que decirlo.

Quito el polvo del horno.
A las 8 estoy como un clavo en el supermercado, convencida de que me falta solo la mantequilla. Compro el paquete de 125 gramos, el de los solteros, lo nunca visto, yo que en otra vida compraba mantequilla por quilos. Necesito solo 90 gramos y ya me fastidian los 35 que van a sobrar. El concepto de despensa llena ahora me agobia mogollón.

Vuelvo a casa y me pongo manos a la obra, a ver si todavía puedo, que la última crostata la hice el año pasado.

Saco la harina: tiene bichos. Me cago en, lleva abierta tan solo desde diciembre de 2013.

Saco el azúcar blanquilla: un bloque de piedra por la humedad del invierno, a diario solo utilizo azúcar de caña o miel. Vuelvo a soltar unos pecados gordos.

Busco la harina integral. También está colonizada.

El único huevo que tengo (el que necesito, ni más ni menos, para qué, si me hacen pollos entre que voy y vengo del mundo) caducó ayer, passssa nada.

Tengo... tengo... tengo gambas, tengo chopitos, tengo croquetas, tengo jamón. No, no tengo nada de eso ni mucho menos, tengo el eco en el famoso frigorífico tamaño minibar y varios inquilinos en la despensa. Tengo un paquete sin abrir de sémola de trigo duro, en qué momento de obnubilación compraría yo eso. Caduca dentro de un mes, bingo. Vamos allá.

Si estas no son señales de que tengo que dejar de guisar y ponerme definitivamente a otra cosa, que venga dios y lo vea.

Por cierto, no se sabe si será la décima. En cualquier caso, como la séptima ninguna. Y yo estaba allí.

Besos, hasta la próxima, si dios quiere,
Monica

P.S.: ¿Nadie dice nada de la acogida fuera de serie que les dimos a los sevillanos en Turín?


Acabé mi máster para traducir literatura la semana pasada, orgullo, cansancio, experiencia maravillosa tanto en lo profesional como en lo humano. Aquí arriba, fotogramas de vida de los últimos tiempos: las compañeras traductoras, somos todas tan diferentes y tan obstinadamente iguales. Cada una pone su voz, juntas hacemos buena polifonía. Disciplina intento echarle a todo, menos a la cocina: por la mañana muy temprano, antes de ponerme a estudiar o a trabajar, salgo a andar bordeando el río. He aprendido a leer mientras camino, se lo vi hacer a un señor con el que me cruzo a menudo, gano tiempo. La pausa del café del mediodía, con chocolate y uno de los libros que me gustaría traducir al español; no dejo nunca de jugar a dos bandas y de usar ambos pies. Mi tía, la Toscana, la casa de los limoneros y los olivos, un puerto seguro. Dios que crece, vestido de Messi, esto le gustará a Sabine.

Y este post es para mi Toni, que hoy vuelve a España. Y si se ha mudado ella no puede faltar mucho para que lo haga yo también, nuestras mudanzas siempre son paralelas, aunque con diferentes destinos.

La receta.

Para la masa flora, molde de 22 cm de diámetro:

200 gramos de sémola de trigo duro (no sé cómo andará la cosas de las harinas por allí, antes solo la tenía Andrés de "El Amasadero")

110 gramos de azúcar moreno de caña

90 gramos de mantequilla desmigajada

una pizca de sal

1 huevo mediano

las semillas de una baya de vainilla

Amasar todo (el cómo ya no tiene secretos para nadie y, en todo caso, se le puede echar un vistazo al índice de los postres, aquí, en la columna lateral) y dejar reposar la masa en el frigorífico 1 hora. Forrar  con papel de horno el molde y estirar los 3/4 de las masa. Colocarla en el molde (el resto de masa sirve para hacer las tiras decorativas) y agujerearla con las puntas de un tenedor.

Para el relleno:

1 tarro de mermelada de amarenas o de cerezas del Jerte, o de lo que os parezca

ralladura de chocolate amargo

Espolvorear el fondo del molde con el chocolate, luego añadir la mermelada, nivelándola bien. Decorar con las tiras de masa y hornear a 180º, con calor arriba y abajo, hasta que la masa esté dorada.

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