Mi tía Vilia se compró la primera heladera con motor en 1976 y desde ese momento hasta que dejó este mundo, 20 años después, con 80ymuchos, sólo comió helado.
Tenía un tipo estupendo y una piel radiante, que ella atribuía al consumo diario de helado casero.
Una de las cosas que más me extrañaron al llegar a Salamanca fue que, con el final del verano, desaparecían los puestos de helado. En Italia el helado se come todo el año, no tiene estación ni se asocia indispensablemente al calor. Es un alimento completo y tiene una historia llena de anécdotas.
El progenitor del helado fue el sorbete, que llegó a Sicilia gracias a los árabes en el siglo VII, aunque anteriormente, en época de griegos y romanos, ya se preparaban refrescos a base de hielo, como testimonian los bares de Pompeya, Ercolano y Ostia, que tenían vasijas especiales para la conservación del hielo. Jamás se perdió la tradición de preparar refrescos helados durante todo el año, buscando la materia prima en las cumbres llenas de nieve de la Alta Irpinia, del Etna o del Appennino de Emilia Romagna y Marche. En la Edad Media, en el norte de Italia se mezclaba hielo con frutas del bosque y en el sur con zumo de limón y naranja.
El primer heladero famoso de nuestra historia fue el noble siciliano Francesco Procopio dei Coltelli, que en 1600 exportó la moda del helado hasta Francia, abriendo una sorbetería -el Café Procope- justo enfrente de la Comédie Française. Sus especialidades perfumaban de violetas, rosas, jazmín y pistacho.
Unos cincuenta años antes que Procopio, Catalina de' Medici se llevó a la corte de Francisco I un cocinero florentino que añadía al helado las yemas de huevo, la nata y el escasamente conocido azúcar.
En los cafés venecianos de la Plaza de San Marcos de 1700 el helado imperaba, junto con el café; los mejores helados se vendían en el Caffé di Menegazzo, una de las cafeterías míticas de Venecia. En Padua, a partir de 1800, el honor del mejor helado correspondía al Caffé Pedrocchi (¡lagrimita de emoción patria!).
En la misma época, cuando en Napoles gobernaban los contestadísimos Borbones, un pastelero de Bari de nombre Felice Lippolis, inventó el "helado al horno", cuya fama se extendió por toda Europa. Se trataba de untar una generosa dosis de helado entre dos lonchas de bizcocho y pasarlas al horno unos segundos (hoy se pueden hacer en casa gracias al microondas).
Y así hasta la época de la heladera con motor de mi tía Vilia.
Esta semana está dedicada a los helados y acabará con la publicación on-line de un recetario. La primera receta, que corresponde a la foto de esta entrada, es de un helado clásico, el de stracciatella, que encontraréis aquí.
Feliz y fresco comienzo de semana.
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4 comentarios:
Wow Canne, no sabia que tambien tenias seccion de helados, gelatos y esas cosas. Yo no tengo maquina para hacer helados y aqui he visto que las venden. Besos
Per il mio compleanno mi aspettavo una bella gelatiera della Gaggia o Simac ma purtroppo mi è arrivato il solito profumo e qualcosaltro con non ricordo...che triste...me la comprerò io appena ho un po' di soldini da spendere...baci :D
Roberto,
ya te veo armado de heladera, produciendo cantidades industriales de helado!
Anna,
certe cose è sempre meglio comprarsele, mai aspettare che ce le regalino! ;-)))
Buon compleanno in ritardo, allora
Me en-can-tan estas retrospectivas históricas que me haces :). Ole, ole y ole el arte italino ;).
No, si al final no me quedará más remedio que ponerme a hacer helados...
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