RISOTTO ALLO ZAFFERANO E BRODO DI PESCE AL FORNO

RISOTTO DE AZAFRÁN CON CALDO DE PESCADO, TOSTADO AL HORNO

Nunca he entendido qué pasa con las gasolineras españolas. En este país no entiendo las gasolineras, los velatorios y las visitas en los hospitales.

La primera vez que fui a hacer gasolina hace 15 años, me quedé sentada dentro del coche, como se hace en Italia, esperando a que el gasolinero viniera a recoger la llave para llenar el depósito. Después de 15 minutos de espera, viendo cómo atendían antes a quien llegaba después de mí, bajé hecha una furia preguntando qué demonios -eufemismo- pasaba conmigo. El gasolinero me explicó que tenía que abrir yo el depósito para que me atendieran. Me quedé atónita, despotriqué contra los atrasos del país, me volví a subir al coche y me fui sin echar la gasolina. Jamás volví a una gasolinera en la ciudad.

Pasan los años y la situación no mejora. Si hago viajes largos yo sola, como en estos días, y me veo obligada a parar para repostar, me pongo de humor de perro. En muchísimas estaciones de servicio tienes que repostar tú solito, así que empiezo a parar en las gasolineras cuando todavía tengo el depósito medio lleno y pregunto, con mi mejor sonrisa, si sería mucha molestia que alguien me lo llenara. Si me dicen que sí, se lo agradezco mucho y explico que en mi país, si decides echarte tú solo la gasolina, la pagas menos. Si me dicen que no, agradezco venenosa y tiro p'alante, a probar suerte a la gasolinera siguiente.

Últimamente está de moda en los blogs italianos hablar de las lecturas que han marcado tu vida, así que sale a la luz lo culta que es la gente, que se sabe al dedillo (supuestamente, como dicen en el Tomate) desde las "Vidas paralelas" de Plutarco hasta las obras completas del Dalai Lama. A mí, la lectura que a los 18 años me cambió la vida fue ésta:

"La verdadera mujer no echa gasolina sola"

Guía a todo lo que es divinamente femenino

de Joyce Jillson, Ediciones Sperling&Kupfer

Para que os hagáis una idea de hasta qué punto me cabrea el asunto de las gasolineras españolas. El libro está dedicado por la autora a Isabel la Católica, ni más ni menos.

Y con tanto cabreo, hoy tan sólo he tenido tiempo para poner un poco de risotto al horno. Un plato a la salud de Carlos Herrera, un tipo que adora la mantequilla.

Bien hallados.

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PARA EL RISOTTO DE AZAFRÁN, PARA 4 PERSONAS

5 tacitas de arroz Carnaroli

2 litros de caldo de pescado (el mío había sobrado de otro guiso, pero se puede hacer con el que venden ya preparado)

1 sobrecito de azafrán en polvo

un poco de cebolla picada

aceite de oliva virgen extra

vino blanco seco

una sabanita de queso

Sofreír ligeramente la cebolla en dos o tres cucharadas de aceite; añadir el arroz, dejar que se tueste, añadir un buen chorro de vino blanco seco, subir la llama y dejar evaporar. Volver a bajar la llama, anadir caldo hasta cubrir el arroz, añadir el azafrán, remover bien y empezar a mantecar el arroz. Terminada la coccíon, apartar del fuego, añadir la sabanita, remover bien y servir.

Para el tueste del día siguiente:

rizos de mantequilla

parmesano rallado

aceite para el molde

Untar con aceite unos moldes individuales. Colocar el arroz, apretando bien. Colocar sobre el arroz unos cuantos rizos de mantequilla y espolvorear generosamente con parmesano rallado. Hornear a 200º unos 10-12 minutos, hasta que se forme en superficie una costra dorada.

Está riquísimo, porque la mantequilla impide que se seque el arroz.